Ana Arias, una emprendedora que encontró en el aprendizaje su mayor virtud
Nacida en San José, Costa Rica un 19 de febrero de 1991, Ana Cristina Arias, de 31 años, es la prueba viviente de que nunca es tarde para luchar por los sueños y hacerlos realidad.
Pese a que viene de una familia herediana, creció en Jacó, donde estudió la primera y secundaria. Haber crecido en una pequeña ciudad costera la llevó a tener una niñez y adolescencia llena de vida, donde podía disfrutar de la naturaleza y compartir con sus amigos maravillosos momentos.
Después de terminar el bachillerato decidió estudiar administración de empresas ya que esta es la profesión de su padre. Sus estudios en la Universidad Nacional la llevaron a vivir a Heredia, donde tuvo que aprender por primera vez en su vida a estar lejos de su familia.
La principal razón por la que estudió administración fue porque pensó que en algún momento le tocaría hacerse cargo de un negocio que tenía su familia, sin embargo, cuando estaba en su último año de universidad y con apenas 19 años de edad, consiguió un trabajo de medio tiempo en una empresa de fondos de inversión y finanzas, que al finalizar carrera la contrató por tiempo completo.
Laboró para esta empresa desde el 2011 al 2013, ocupando el puesto de analista financiera junior y donde pudo aprender el oficio de los números y las finanzas. Este empleo le permitió conocer muchas personas y viajar a varios países, sin embargo, nunca sintió que fuera su vocación, pero decidió quedarse en la empresa porque es una persona muy exigente con ella misma y muy comprometida con todo lo que hace.

Viene de una familia muy unida y numerosa. En una ocasión mientras estaba en un viaje de trabajo en México, la llamaron para informarle que un familiar muy cercano había fallecido, esta situación la llevó un punto de declive, pero a cómo dice el dicho “no hay mal que por bien no venga”, también la hizo comprender que la vida es algo más que solo trabajo, que hay que encontrar un equilibrio para todo, pero lo más importante, que debía encontrar un trabajo que le permitiera disfrutar de su familia, por lo que decidió renunciar a la compañía en la que laboraba.
Desde ese momento su vida dio un giro de 360 grados, empezó a estudiar diseño de interiores, una profesión que desde niña le había llamado la atención, pero que solo lo había visto como un hobby porque creía que administración sería una carrera más estable, sin embargo, la ruleta rusa de la vida le dio una lección y como nunca es tarde para cumplir los sueños, decidió darle una oportunidad a la carrera que por muchos años había guardado en lo más pronto de su corazón.
El dinero que había ahorrado trabajando por varios años lo invirtió en sus estudios aun sabiendo que era una puesta a un juego de azar, donde no había garantías, pero como toda soñadora y mujer virtuosa, decidió jugar a lo grande y apostar todo lo que tenía al sueño de su vida.
Descubrió una universidad muy buen en Argentina en la que es muy difícil obtener un cupo, por lo que ser seleccionada sería para ella el impulso que necesitaba para estar segura de que este era el oficio de su vida. Finalmente fue admitida y con ello vino para Ana un cambio rotundo a su estilo de vida. Nunca había habitado tan lejos y era un país totalmente desconocido para ella, pero las ansias que tenía por aprender y dedicarse a lo que más le gustaba la llevó a perseguir sus sueños.
Es así como durante cinco años entre 2014 y 2019 vivió en Buenos Aires, donde aprendió todo sobre diseños de interiores, conocimientos y arte que hoy en día comparte con sus colegas en su propio país.
Además, de los estudios y una carrera nueva, Argentina fue para Ana una lección de crecimiento personal, salir de un pequeño pueblo como Jacó a una ciudad tan grande como Buenos Aires fue un cambio rotundo, pero esta experiencia retadora y al mismo tiempo gratificante, le permitió abrir su mente y tener la capacidad de ver las cosas de manera distinta, para aprovechar cada oportunidad que se le presente, aunque admite que no fue nada fácil y que hubo momentos en los que pensó que no lo lograría.
Cuando volvió a Costa Rica su familia decidió nuevamente regresar a Jacó y vivir en una montaña, un contraste muy grande después de estar cinco años en Buenos Aires y un reto para poder encontrar una oportunidad laboral.
A pocos días de haber regresado a Jacó recibió una recomendación para unirse al equipo de arquitectos de Jacó Desarrollos que en ese momento buscaba diseñador de interiores, pese a que no tenía experiencia y la empresa quería a alguien con camino recorrido, logró convencer a los reclutadores del talento que posee, para finalmente quedarse con el puesto.


“Ser emprendedor no es lo más fácil, hay muchos retos, hay días en los que tienes ingresos y otros no, pero siento que voy por buen camino”, afirma esta talentosa joven para quien lo más importante de dedicarte a lo que te apasiona es sentirse en paz consigo misma.
Después de casi un año de estar trabajando por su cuenta, un viejo amigo la contactó para invitarla a formar parte del equipo de ventas de Jaco Real Estate, al que sin duda alguna decidió unirse ya que la hicieron sentir como en una familia, donde tiene un trato de verdaderos amigos, donde todos aportan su experiencia, su creatividad y energía, para sobresalir en el rubro, pero lo más importante, que le la oportunidad de poder seguir con su proyecto de diseño de interiores.
Lo que más le gusta de su trabajo es poder compartir y aprender del talento que posee cada uno de los miembros del equipo. Tiene dos trabajos al mismo tiempo y les dedica la misma pasión y entrega, porque ambos van de la mano y le encantan. Sin miedo a equivocarse siente que está en el mejor momento de su vida profesional y espera poder seguir cosechando éxitos y sobre todo aprendiendo.
Le fascina viajar, como buena tica no puede iniciar su mañana sin un café, es amante de la lectura y una persona sensible, muy apegada a su familia, sociable, disciplinada, deportista, de alma libre y creativa, que pone entrega, sentimiento, pasión y exigencia a cada cosa que hace.